viernes, 28 de noviembre de 2014

Sinfonía del ocaso

Cuando apenas concluya esta vida de ensueño
y no haya hojas secas en las ramas del sauce;
cuando no queden horas y se despida el día,
ahogada la luz tenue entre cárdenos pliegues;
cuando al fin cedan lejanos los recuerdos
garantes del principio, la verdad y el ocaso;
cuando nadie sepa estas manos a quién escribían
y queden ocultas las páginas de amor impresas;
¿quién, entonces, se acercará a la verja de hierro
y se acordará, viendo el jardín abandonado,
que allí fueron el gozo, la juventud y el tiempo?
¿Quién tendrá un momento de paz para sentarse
a leer estos renglones escritos, callado el paraje,
sumido en la niebla del olvido, y entender
que la vida acaba, nada queda y todo muere?


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